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Lo que aprendí de este verano.



Cuestión de Costumbre.


Desde niños compartimos nuestra etapa vacacional con diversas personalidades, ya sean viejos o nuevos amigos, vecinos, conocidos o simplemente personas al azar. Cada verano se convierte en una experiencia de nuevas enseñanzas, lecciones, aprendizajes y experiencias de vida, propias, ajenas o sugeridas.



Mis maletas.


Este verano, en mi etapa de adulto ha sido uno de los más  largos y posiblemente menos divertidos, (si calculamos adrenalina de costumbre en experiencias acuáticas y/o aventuras extremas).


Empaqué mucho entusiasmo, ilusiones, alegría, perspectivas, incluí una maleta de mano llena de esperanzas, de reencuentro, de descanso y armonía.


Donde Dios no puso, no puede haber!

La llegada.

Que cool mano, esa sensación de placer frente a lo que representa un plácido descanso con diversión, donde tienes la visión de mesas llena de risas, constante compartir con gente nueva, caras nuevas, nuevas buenas vibras.


Una especie de amanecer bailando en pijama con vista al mar mientras tus Airpods suenan al 100% de su volumen el coro de la canción Fruta y Té - de Gepe.





La estadía.

Lo vivido.

Cada mañana de otros veranos acostumbramos a desayunar, almorzar y cenar en el pequeño, pero hermoso pueblo a orillas del mar. Un suculento menú variado y bien servido de manos de un personal que incluye saludos y sonrisas, capaces de escuchar (y remplazar) el chillido de mi cuchillo si se ha caído.





Pero en esta ocasión hice el intento de simular un nucleo familiar que tenía  tanto sin experimentar, deseos de interactuar en mi cocina en una conversación grupal, familiar y entre amigos.



Donde Dios no puso, no puede haber!

Lo aprendido.

Cuando decides compartir tus privilegios, espacio y tus mejores días del año. Haz presupuestos, y divídelos aunque termines cubriendo más del 90% Así los demás le darán mejor valor a tu tiempo, a tu dedicación, a tu compañía, a su estadía.

No supongas, no esperes que piensen y consideren las esenciales reglas básicas de comportamiento civilizado, humano, convivencia nivel 1 en la clase media. Esto incluye hábitos, la responsabilidad de su rol individual, higiene, cortesía, orden, respeto verbal, de espacio, horarios y demás.


Mis momentos a solas en el complejo.

Pasar 10 días en un mismo espacio y lugar, aunque vayas de costumbre, tu entorno nunca será igual, jamás  sería  el mismo, influye la rotación del personal, la variedad de visitantes.


Mientras disfruté a solas los espacios, tuve el privilegio de observar durante todo el transcurso, todo el trayecto en aquella esquina de mi piscina favorita.




 

Las deducciones son menos compleja cuando se intercambian observaciones y conversaciones.


-El niño que siempre tenia sed, (lo que me hizo recordar como llevo a las caminatas y a las playas el agua especialmente de mis perritas). Yo no pospongo ni escatimo recursos para esta esencial necesidad.

-La joven que era más  novia y mujer que madre o hija.

-Los recién enamorados que proyectaban un intercambio de sueños, ilusiones y sospechosas esperanzas. (Aparentemente).

-La señora que daba a notar la más  visible incomodidad de encajar en un protocolo que la forzaba a un comportamiento y vestimenta no acostumbrada.

-El caballero de las mil versiones de su trayecto de vida. (Recordándome las promesas políticas y otros mitos).

-La joven rebosante de colágeno y carente de intelecto con su comodín de constantes remesas y sueños ausente de  acciones y voluntad. (Zona de confort, un hermoso lugar, pero nada crece allí). 

-La chica intermitente local que intentaba pasar totalmente por otra vida cultural iniciando  en su lenguaje coloquial. Más rusa que Putin portando cédula local.   



La despedida.

En las despedidas logramos deducir y decifrar.


Deducimos los valores de tu entorno, desciframos las intenciones pre calculadas y ejecutadas de los que intentaron o finalmente acompañaron.


Para finalizar.


Si me dedicara a puntualizar toda la experiencia observada, conversada y aprendida en este confuso verano, no terminaría. Tendríamos que describirlo en más  de un volumen como artículo.


Solo puedo deducir, que de este verano fue mucho lo que aprendí, no solo gané más pecas y manchas del constante sol, no solo manché mi piel por los bronceados interrumpidos, no solo la pasé cocinando, sino también observando para de todos aprender. Inicialmente mi objetivo era desconectarme y al máximo  divertirme, pero la vida con sus circunstancias me cambió los planes y sentí la necesidad de compartirles lo aprendido.


La lección.


De lo que si estoy segura es que seguiré nuevamente los instintos de mis deseos y de mi corazón, no permitiré mas que nadie imponga sus planes en los míos, ni cambios de itinerarios y fechas.


Y que definitivamente mis mejores vacaciones seguirán siendo como la canción de Habana Blues, solos tu y yo!.


Y como de todo opto por sacar lo mejor y lo positivo, adivinen quién se divirtió como nadie....


Yolandita Monje.


Aquí les comparto de los mejores ratos.



Gracias amigos por leerme una vez mas.

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